dc.description.abstract | La construcción de las subjetividades femeninas y masculinas determina formas de vivir, de enfermar, de cuidarse y buscar cuidado. La relevancia que estas percepciones poseen, se comprende pues designan una forma de conocimiento específico, una forma de pensamiento social y una toma de posición en consonancia.
En el escenario social, las diferencias entre los géneros se traducen en valores, prácticas y proyectos de vida que naturalizan desiguales posibilidades de elección, de tomar decisiones, acceder y controlar recursos, entendiendo que en el espacio de la sexualidad y la reproducción, estas representaciones se recrean claramente según el género.
Las relaciones desiguales de género por las que socialmente se atraviesa son relaciones jerárquicas entre los sexos, es decir, entre los roles asignados cultural y socialmente hay una distribución desigual del poder. Estas relaciones así construidas son producto de este juego de poder y no la consecuencia de características naturales definidas por diferencias biológicas. En tal contexto, ser varón o ser mujer ha estado signado por relaciones de poder donde las mujeres han representado el conjunto social más vulnerable.
En este despliegue de construcciones sociales los sujetos y sujetas van definiendo roles, percepciones y acciones, alrededor de las categorías de “feminidad” o de “masculinidad”, como conceptos relacionales. En el campo de la salud propiamente dicho, las conductas conformes a cada género influyen y condicionan el proceso salud enfermedad-atención a nivel individual y familiar. | es_AR |